Ojalá mi vida fuera una carreta de bueyes
que se acerca, chirriando, de mañanita, por el camino,
y que vuelve después al sitio del que ha venido,
de nochecita, por el mismo camino.
Yo no tendría que tener esperanzas: sólo tendría que tener
ruedas…
Mi vejez no tendría que tener arrugas ni pelo blanco…
Cuando ya no sirviera, me quitarían las ruedas
me quedaría volcado y roto en el fondo de un barranco.
Alberto Caeiro
No hay comentarios:
Publicar un comentario