jueves, 7 de diciembre de 2017
Una hora cítrica
La naranja de todas las tardes.
La naranja paterna y regalada.
Esta promesa química de agosto. Esta boca destetada del naranjo.
El invierno existe porque está encerrado dentro de la naranja. Es necesario afilar el acero de la liturgia, llegar a los centros, proclamar la carne y la nieve. Morder.
Es necesario señalar los husos de un mundo
diminuto, rajar la esfera como un dios
creando;
por aquí parto El Cairo, por allí Ciudad del Cabo.
Nueva York es debajo de mi cuchillo una parturienta hendida por el Hudson.
Van a dar las seis en ristre de diciembre,
una hora cítrica me baja por el esófago.
Atardezco.
Para que venga la noche, me como la naranja.
Iván Onia Valero, de Paseando a Míster O (Asociación Noctiluca, 2017)
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